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Que sigue habiendo neonazis en toda Europa es un hecho. Y lo peor es que de cuando en cuando asoman sus cabezas del habitual pozo de marginalidad en el que están sumidos y nos dejan noticias que son como poco preocupantes. En este caso, el hecho ha sido la victoria electoral de un partido neonazi en una populosa región de Eslovaquia. El partido se llama Partido Popular – Nuestra Eslovaquia (LSNS) [web en eslovaco], y el candidato a gobernador de Banska Bystrica era su lider, Marian Kotleba, un antiguo profesor de instituto que ha profesado repetidamente su veneración por Hitler y por sus políticas.

Logo del Partido Popular – Nuestra Eslovaquia

Para entender como en un país que sufrió como todos los de la Europa del Este los horrores del nazismo en la II Guerra Mundial ha logrado imponerse de nuevo un candidato cercano a esta filiación, tendriamos que ver que tipo de discurso ha hecho Kotleba en la campaña. Obviamente no parece claro que su mensaje fuera invadir Francia o Polonia, quemar judios o cosas semejantes. Pero tampoco se tomó muchas molestias en ocultar el racismo en su campaña. Desde hace años, el objetivo preferido de Kotleba y su LSNS han sido los gitanos, a los que ha acusado en repetidas ocasiones de ser «parasitos sociales» e incluso en las elecciones generales de 2009 llegó a pedir el voto para su partido prometiendo «eliminarlos». También ha cargado con cierta frecuencia contra la minoría hungara, particularmente fuerte en el sur de Eslovaquia, y por supuesto, no ha escatimado en mensajes homofobos ni en el ultranacionalismo propio de este tipo de grupos. A ello se ha de unir que el LSNS no ha renunciado en forma alguna a la violencia (patrocinando en diversas ocasiones ataques contra asentamientos gitanos) e incluso lleva cierta estética pública de corte paramilitar y con un recuerdo inconfundible a los nazis del Tercer Reich

Marian Kotleba, lider del partido

Sea como sea, tampoco hay que dejarse llevar totalmente por el pesimismo, pese a la sensación de apocalipsis que algunos medios han llegado a transmitir. Casi todos los analistas coinciden en que este es un fenomeno aislado, un caso de voto protestatario por parte de una parte importante de la población frente a unos partidos tradicionales que son incapaces de dar respuestas a una problemática local importante. En efecto Eslovaquia (y no solo este país) está sufriendo en la actualidad un importante problema de choque cultural entre etnias: por un lado una mayoría eslava de clase media que sufre aun todavía los rigores de los durisimos ajustes económicos que esta zona lleva viviendo desde hace dos décadas y por el otro lado unas minorías raciales o étnicas (gitanos, hungaros, alemanes) con cierta entidad numérica y que reciben ayudas por parte del Estado para favorecer su integración. Como siempre, esta situación suele ser el caldo de cultivo idoneo para que se formen populismos y que, de cuando en cuando, estos populismos reciban un voto masivo de unos ciudadanos ya hartos de la situación. Aun conservando sus diferencias, pero el crecimiento del LSNS recuerda mucho al experimentado por Amanecer Dorado en Grecia: ambas eran formaciones que apenas tenían el apoyo del 0,5% del electorado y que, en un momento dado y gracias a circunstancias anómalas, se ven catapultados electoralmente. Relamente serán las elecciones europeas del año que viene las que nos ayuden a calibrar el grado real de penetración que tiene este partido entre los eslovacos.

Por último, y a modo de detalle ciertamente tranquilizador, conviene destacar que el cargo de gobernador en Eslovaquia no reviste el poder en que tiene en otros países. El gobernador es poco menos que una especie de delegado del gobierno, con escasa capacidad de maniobra y muy dependiente de las instrucciones de aquel. Aun así, este hecho ha conmocionado a la sociedad eslovaca, y seguramente haya sido el punto detonante de un amplio movimiento político en este país, algo que tampoco es nuevo, puesto que la victoria de formaciones extremistas ya ha provocado reacciones políticas de calado antes en países como Francia, Bélgica, Finlandia, Austria o Grecia.